La gestión de TU tiempo

Cómo controlar tu atención y elegir tu vida.

Ley de Parkinson

"El trabajo se expande hasta llenar el tiempo disponible para que se termine".

Cyril Northcote Parkinson, 1957

Si tú también tienes la sensación de que los días se te escurren de las manos, que, por más cosas que hagas, siempre te queda todo por hacer, tal vez sea el momento de parar y analizar cómo consumes tu tiempo. ¡Quién sabe!, a lo mejor gastas demasiada energía en “distracciones”.

Este artículo se ha escrito a partir de anotaciones hechas durante la lectura del libro IN-DISTRACT-ABLE de Nir Eyal. En Indistractable, Eyal expone la psicología oculta detrás de aquello que nos distrae y formula una solución desde el autocontrol. Defiende que resolver el problema no es tan simple como renunciar a lo que nos distrae porque la abstinencia no es práctica y, a menudo, nos hace querer más. La abstinencia tiene “efecto rebote”, por ejemplo: basta que te ordenen que no pienses en un oso blanco para que te venga a la mente la imagen de uno e incluso, en ocasiones, la orden de no hacerlo (abstinencia) hace aún más satisfactorio hacerlo.

Explorando la raíz de la distracción

Toda distracción es una estrategia para evitar el malestar, desde este planteamiento, para mejorar en no distraerse hay que mejorar en el manejo de la incomodidad: la gestión del tiempo es la “gestión del dolor”.

La razón más común que nos lleva a buscar la distracción es el aburrimiento, para enfrentarlo puedes plantearte encontrar diversión en el trabajo que quieres hacer. Imagina un parque infantil: operar bajo restricciones es clave para divertirse, diversión es buscar la variabilidad en las cosas que otros no ven. Pero encontrar la novedad requiere que miremos detenidamente los detalles, con toda la atención.

Como consejo te dejamos una observación: el juego no tiene que ser placentero, solo tiene que mantener nuestra atención.

La cura para el aburrimiento es la curiosidad

Hay otras tres razones por las que nuestra mente puede buscar la distracción, todas ellas con un fuerte componente psicológico, son lógicas desde un punto de vista evolutivo, pero nos hacen sentir miserables.


Sesgo de negatividad

El sesgo de negatividad o efecto negativo se refiere al concepto de que, en grados de la misma intensidad, las cosas de naturaleza negativa tienen un peso mayor en los estados y procesos psicológicos de las personas que las cosas neutrales o positivas. En otras palabras, es más fácil recordar los malos recuerdos que los buenos. Es cuestión de supervivencia porque las cosas buenas son agradables, pero las cosas malas pueden matarte.


Rumiación

La rumia mental es un proceso en el que se produce una cadena de pensamientos excesivos, negativos y repetitivos sobre preocupaciones actuales, problemas, experiencias pasadas o preocupaciones sobre el futuro, es decir: das vueltas una y otra vez a lo mismo, generalmente un elemento negativo.


Adaptación hedónica

La adaptación hedónica es el hecho de que la emoción de una situación dolorosa o placentera se disipa pronto, nos “acostumbramos a ella”. La entendemos mejor en positivo: piensa en la emoción que sientes justo en el momento en que has conseguido ese ascenso por el que tanto has trabajado, eres más que feliz. Al poco tiempo esa emoción pierde fuerza, se disipa, aunque sigues teniendo ese ascenso: te has acostumbrado.

La insatisfacción y el malestar son las fuerzas que nos impulsan a hacer las cosas que hacemos, son el movimiento y la superación, pero también son el combustible de nuestra infelicidad.

Tenemos que saber que sentirse mal no es malo, es una estrategia de supervivencia, lo malo es permitir que ese estado de ánimo nos controle, para salir de él:

Reimagina tus capacidades.

Reimagina tu temperamento, el temperamento es tu naturaleza.

Sé justo contigo mismo y ten compasión.

La autocompasión está relacionada con la resiliencia: las personas más autocompasivas son más resistentes.

Combatiendo la distracción: el valor del tiempo.

Prever tu agenda es la única manera de poder distinguir entre tracción y distracción. La distracción solo existe si en ese momento deberías estar haciendo otra cosa, si no sabes qué es lo que se supone que deberías estar haciendo, tampoco podrás evitarla.

Timeboxing en valores

Los valores nos sirven para estructurar nuestra agenda, son los atributos de la persona que queremos ser. Nunca pueden ser «conseguidos», sino que orientan nuestras decisiones de vida, vamos a intentar traducir nuestros valores en tiempo.

El timeboxing es una de las estrategias de gestión del tiempo que te ayudan a recuperar el control. Eyal propone distribuir nuestro calendario en tres áreas de vida: relaciones, trabajo, yo. Decidimos de antemano a qué área le vamos a dedicar el tiempo, y así sabremos lo que es una distracción.

Reserva tiempo para ti primero y tómate tan en serio tu tiempo como el resto. Eres el centro de las tres áreas; si no estás bien, nada ni nadie estará bien realmente.

Incluye en el programa las relaciones importantes. La universidad de Harvard desarrollo un estudio a lo largo de 75 años con el que demostró científicamente algo que ya sabíamos intuitivamente: las relaciones (sanas) nos hacen más felices y saludables en todas las etapas de nuestra vida. Con el crecimiento, al madurar, cambia lo que entendemos por amistad satisfactoria, demandamos más: hablar, depender, disfrutar. Cuanto menos tiempo pasemos sin gente, más fácil será establecer este tipo de relación; hasta el punto de que, después de mucho tiempo de aislamiento, se vuelve raro volver a conectar (los meses de confinamiento por COVID han sido una dura muestra de esto último).

Si el alimento de la amistad es tiempo juntos,
reserva tiempo para ella en tu timeboxing.

Reserva tiempo para estar en familia, con demasiada frecuencia la familia es un beneficiario residual del trabajo, reciben las sobras.

Metodología

Sincroniza tu calendario con las partes interesadas en el trabajo, siéntate al menos una vez en semana con tu jefe, tu pareja, tus grupos de verdadero interés, para compartir prioridades en cuánto a la dedicación del tiempo. Esta acción puede ser especialmente importante si tienes varios jefes, para que haya transparencia en cuanto a tu dedicación.

Concéntrate en las entradas, las acciones que haces para ello (es lo que puedes controlar), no en la salida, y el primer paso es asignar el tiempo suficiente para lograr lo que quieres.

Una vez por semana revisa la semana anterior y pregúntate:

1º ¿He hecho lo que había planeado hacer, o me he distraído? Si me distraído, ¿cuáles han sido los detonantes? ¿cómo puedo evitarlo en el futuro?.

2º ¿Qué ajustes puedo hacer en el plan de la semana siguiente?

El tiempo que se planea desperdiciar no es tiempo perdido.