Todos los que tenemos la responsabilidad de “llevar a buen puerto” nuestra empresa o nuestro departamento, sabemos que la gestión de las personas es uno de los mayores retos a los que podemos enfrentarnos. También sabemos que un equipo cohesionado, orientado hacia un objetivo común, es un equipo capaz de conseguir grandes éxitos.
Esa unidad no se consigue de la noche a la mañana: hay que desarrollar individualmente a cada uno de los miembros y hay que desarrollarlos como grupo. Conseguir que hagan suyo el objetivo y trabajen como un organismo, dando el 100% individualmente en una posición que saque lo mejor de ellos, es un trabajo de ingeniería humana. Maxwell sitúa a estas personas en el nivel cuatro de liderazgo: consiguen transformar a aquellos con los que se relacionan, ayudándoles a desarrollar todo su potencial.
Una de las herramientas clave en esta empresa es la motivación. ¡Cuidado! hay quien podría pensar que sólo consiste en saber lo que quieren y dárselo. No, el proceso es complejo (porque las personas somos complejas), pero hay tres principios muy simples (formulados inicialmente por Maxwell) que te pueden poner en el buen camino.
Principios motivacionales de Maxwell
La motivación es contagiosa.
La gente motivada motiva a la gente.
- Primero tienes que aprender a motivarte.
- Conoce a tu gente, qué quieren y cómo pueden conseguirlo
- Deja que tu gente te conozca, puedes impresionar a la gente a distancia, pero solo puedes impactar de cerca. Pregúntate: ¿Quiero verme bien o quiero ganar?
Si hay recompensa, se hace.
La voluntad de recompensa es más fuerte que el dolor.
- Premia los resultados, no el esfuerzo.
- Las recompensas no deben distribuirse equitativamente.
- No des el premio antes de tiempo.
- El reconocimiento debería ser público.
- La recompensa debe darse por la contribución del equipo, no por el logro individual.
Mantén el impulso.
El secreto de la motivación es la esperanza.
- Aprovecha la inercia. Es más fácil redirigir el movimiento que empezar.
- Minimiza los errores y mejora la acción.
En resumen, nunca olvides:
ilusión, algo que ganar y futuro.
Tu motivación es contagiosa (¡y tu falta de motivación también!), recompénsalos (salario económico, salario emocional y salario de sentido —especialmente importante para los Millennials—) y mantén el impulso conectándolos con la esperanza (ya lo dice el proverbio: cuando la profecía desaparece el pueblo se desenfrena).